yo soy la que babea los olivos y deja hilos de zamba
entre los remolinos encintos de vértigo
la que aventa bismuto en las colchas de feria
y arroja hechizos en mucosidades de sortijas
la que llora a una rata cruel y enlaza legumbres
en el caldo espeso donde se cocina la orfandad
la que decide el momento de no hacer el encanto
ni jugar a la cerradura rota ni a la mancha pareja
la que come frutas al revés
sopla pulpas
asila carozos
la que al sol humedece las verrugas del paraíso
y cosecha los bucles de uvas vagabundas
soy la que fuma un sueño por vestido
una ráfaga por corona
una canción por vidrio en vena
la que desconoce los signos del ojo tinto
la que palpa la hematuria de la inmensidad
la que escuece labios con sabor a siempre
soy la que no registra un nombre
una cédula de intensidad
un libreto de primera raíz
la que seduce flores en punto muerto
para bordarles la última agua
y mirar cómo se desordenan los colores
en el petaleo inútil por perdurar
soy la que curó
limpió
volvió a podrir
y no fue mejor ni peor
la que esconde pastillas de menta debajo del teléfono
para adornar el aliento contenido
de cada mensaje no enviado
soy la que ha mentido envolturas y quemado papel manteca
en postres caníbales atados a los dientes de una sombra
soy quien ha abandonado
la que en el túnel de los gritos acurrucó el aleteo de las moscas
la enceguecida por una estrella que desapareció
en bebés orbitales hasta el porvenir del pasado
como el error
soy
la que sucedo en la versión menor de esta sangre en fuga