martes, 30 de diciembre de 2008

Agua

de los médanos que me regala un magistral desconocido
para que aterrice la criba de mi sombra.

del mar y mi amniótica persistencia en la señal
que detuvo el roce de nueve esperas.

del talismán de mármol que me cruza los pezones.

de tu cuerpo extinto en la grieta de una foto.

del decreciente óvalo de mis dedos

y
del dolor por tanta agua derramada
en el vano de una playa
donde se espumaron los héroes
que fuimos.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Cifra

de aquellos jardines enredados
en los que se vacía la ceguera
no se esperan maromas
ni dudas.
un terco plumaje de ruptura
se apoya entre las rejas:
lujo de roedores.

garúan los silencios.
una caricia burda
intenta sobornar
la cifra
de mis venas encofradas.

esta cal negra me copula
hasta tatuarme el himen
con un rayo de hielo.

sí.

soy sola.
la insigne muestra
de tu espanto:

vos también.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Márgenes

reparás en la luna
mientras sobre las cosas
me derramo sin margen.

cada minucia
resplandece hojaldrada
:la pérdida es golosa.

una llave, pabilos, raspa de lápiz
pellizco de jabones, un arroz,
el alfiler de gancho, siete suelas.

enumero así las pertenencias
:un guiño de colapso me hace ovillo
en un guante de barro.

entre tanto concepto
impío y acosado
es como más te extraño.

y cuando más te extraño
vos devorás la luna
o cosechás membrillos

:al margen de lo mío.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Pájaro ciego

ha deshecho el reparo de las rejas
con su ala de espanto.
sobre la almohada mueve la oscuridad
y pica el beso que supura mi sueño.
el latido de niña que envía
una carta posdatada hacia la indiferencia
acumula en su pecho al remitente.
las plumas rotas me secan los tobillos:
un charco de trinos moribundos
retiene el sobrevuelo ínfimo de lo que pude.

aquí, ya entre las manos
me dibuja, en morado, un descanso de barro.
palpo su inconsistencia, su última oquedad
se torna pasajera del escape.

y la vulva de furia, de tormenta, de miedo
lo aplasta en algún libro
lo entierra entre los pétalos
que fueran bendición
de aquella historiadora del menoscabo.

un pájaro ciego
ha deshecho el reparo:
yo lo llamaba
–alma-

y cien volando.

Diente de león

ojalá fuese el tiempo y fuese cerca
para soplar deseos y esparcirlos.

la semilla perfecta y tu silbido
surcándole a mis pechos
el umbral empalmado del camino.

el diente de león masticó el juego
y un bocado de beso adolecido
cuajó la savia de esta herida en cepa.

un filamento barbecha el purgatorio
y aherroja el siempre de las despedidas.

de tu piel, una hebra llevo enhiesta
y de tu alma en vela, al hijo que no tuve.

aún estoy aquí: la apuesta sostenida
al carruaje encantado de memorias
perdiendo polvo, rueda y pubis.

ojalá que el león de tallo calvo
nos coronase esta historia de suspiros

para encontrar su peluquita pálida
en el olvido de todos los mordiscos.