meterme en la quiebra de muñecas que te calcaron
mis yeseros
vestirme de pamela y organdí
concederle un color a la otra vida
coserme los temblores
crecer como una ciega soñándose alta de piernas
debajo de los rayos para errantes
ovillar la sentencia
tejerme a lengüetazos un refugio
contra bocas henchidas de modales
golpearte los arpones hasta abrirme los ángeles
robarte los espejos que resumen las vallas
astillar aquel muérdago de tanta noche buena
que ahora sólo merece el linaje maltrecho
de recuerdo.
8 comentarios:
¿Qué alegría volver a verte en mi barra lateral! Eres, vuelves a ser tú y tus versos siempre sorprendentes. Aunque advierto un ligero giro estilístico, más musical, puede ser?
Bs
José, muchas gracias! No tengo idea si tengo giros estilísticos. De verdad que no analizo por dónde viene ni por dónde me voy en lo que escribo. Lo único que sé es que hay una palabra, o una frase que me empieza a pegar, y, a veces no puedo dejar de darle unas letras.
Siempre agradecida por tus apreciaciones.
Abrazo!
Joder, Bibiana! a mi me pasa lo mismo que a ti. Nunca escribo con premeditación. Muchas veces es una sola frase o una sola palabra que te da vueltas y hay que continuarlas... y sin pensar si gustará o no, a los demás. Lo entiendo prefectamente. Sin embargo lo que haces o escribes, siempre gusta leer.
Me gusta el poema, como siempre.
Abrazos.
Gio.
qué bueno, Gio. no somos los únicos que se nos "da" la palabra martilladora... fijate que extrañeza, en este texto me martillaban: organdí y vallas...
muchísimas gracias por pasar y dejar también tus decires que mucho aprecio.
y a veces, ni eso... se te imponen las palabras, resuenan sin cesar hasta que de alguna manera aparecen en el papel...
tenés razón, myriam. gracias por pasar!
Qué atados estamos a las justificaciones, los cuandos, dondes, porqués...
Los pájaros cantan sin tantas pretensiones ¿Será que tienen menos miedos a quedar libres sin enunciados, sin reclamos, cobijos?
¡Eso! Ovillar la sentencia sin necesidad de tejerse a lengüetazos refugio alguno porque hemos aprendido a vivir a la intemperie de nosotros mismos que es el cielo del poema sin maltrechos recuerdos porque lo que es, es.. y así lo aceptamos.
Digo bah!
Igual me tomo dos tintos y giro y todo da vueltas y, también ¿Porqué no? puedo ser la Parrala.
Las muñecas quebradas siempre tienen lugar para otros cielos, y el poema como siempre, siempre alcanza otro lugar fuera de cuelquier escena.
Mil besos
Marian
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